Pitiquito.— Pobladores de la comisaría El Dipo narraron a los activistas Ceci Flores, Julián y Adrián LeBarón la pesadilla que vivieron el pasado 9 de abril, el día que el crimen organizado los tomó por asalto; a algunas personas les robaron, golpearon, destruyeron sus casas, asaltaron tiendas y se propasaron con mujeres.

Previo a estos hechos, dos grupos delictivos se habían enfrentado a unos 12 kilómetros, en el área de unas antiguas minas. La zona era un campo de exterminio, balas y casquillos percutidos por todos lados.

Una familiar de de 62 años de edad, a quien privaron de la libertad, hizo pública la información de lo que estaba sucediendo en el lugar.

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Relató que lo emborracharon y se lo llevaron porque se atrevió a correrlos con insultos; lo ataron de manos y pies para después subirlo en un vehículo modificado, de los que le llaman monstruo, y aunque la unidad fue asegurada por el Ejército, su familiar aún no aparece.

Un habitante de El Dipo, otro hombre mayor, también contó que ese día lo vivieron como si fuera una película de terror, una pesadilla que empezó a las 09:20 horas y se prolongó toda la noche, en la que rezaba para que amaneciera.

Él no estaba en su casa cuando irrumpieron en el pueblo, pero al regresar había varios hombres adentro; les pidió que salieran; sin embargo, como respuesta tuvo un “aquí nosotros mandamos”.

Varias personas comentaron que se fueron hasta que llegó el Ejército, pero otras se quedaron porque no tenían cómo salir, incluso algunos tuvieron que pedir raite.

“De todas maneras ya no sabe uno a dónde ir, muchas veces quisiera uno [mejor] morirse a que te golpeen, que te torturen, porque muchas veces los inocentes salen perdiendo, más que los que traen la cola”, expresó un poblador.

“Toda la noche recé, por todos oré y dije ‘¿quién nos va a sacar de este hoyo?’. En la mañana llegó un muchacho con su hijo y me dijo ‘ahí está la Guardia Nacional’ y (...) me fui de raite”, señaló otro habitante.

Sin resultados positivos

Ceci Patricia Flores, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, comentó que es la segunda ocasión que visita el lugar ubicado a 150 kilómetros de la cabecera municipal de Pitiquito, un camino de casi tres horas por terracería, para buscar a los desparecidos del 9 de abril, pero no ha habido resultados positivos.

La activista pidió a la población que se una a las jornadas de rastreo y reporte de manera anónima si sabe algo que los lleve a encontrar a las dos personas secuestradas.

Adrián LeBarón padre de Rhonita, una de las víctimas de la masacre del 4 de noviembre de 2019, donde murieron tres mujeres y seis menores, mencionó que en su pueblo también infundieron miedo y esa tragedia que los enlutó provocó éxodo en la comunidad de La Mora.

“Aquí sí pueden decir que hubo un ‘montaje’, yo lo aseguro, aquí la gente se montó en sus caballos, se montó en sus vehículos, en lo que pudo y salió de su pueblo para proteger la vida de su familia.

“Estos casquillos son el resultado de un enfrentamiento, no se sabe cuántos murieron, no se sabe dónde puedan estar”, compartió Adrián LeBarón.

Se reportan desplazamientos en Sásabe

Ayer, a través de redes sociales, se reportó el desplazamiento forzado de habitantes de Sásabe ante la fuerte presencia de hombres armados.

Esta situación también se registró en noviembre pasado, cuando los habitantes —aterrados por los constantes enfrentamientos entre grupos criminales que se disputan el desierto de Sonora— iniciaron un éxodo hacia Estados Unidos.

Al respecto, el gobierno de Sonora informó que no se contaba con ningún reporte, pero se encontraba verificando la información, temporalidad y el lugar de los hechos.

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