Uso el verbo “robar” en sentido metafórico, como supongo lo hacen también quienes acusan al gobierno de robarse los ahorros de los trabajadores al haber constituido el Fondo de Pensiones para el Bienestar. Los recursos de las cuentas inactivas de trabajadores de más de 70 años en poder de las Afores se transmitirán a ese fondo con una base legal cuya constitucionalidad me parece indiscutible, puesto que no hay ninguna regulación constitucional expresa sobre el sistema de pensiones. Se atribuye a Bertolt Brecht la idea de que es mayor delito fundar un banco que robarlo, pues ¿qué diría de una Afore? Vale la pena revisar la manera como proceden estas para saber si los recursos deben o no ser manejados por el Estado.

Lo primero a considerar es que el trabajador tiene que pagar porque le manejen su dinero cuando debería ocurrir lo contrario. En un banco de ahorro y préstamo, los depósitos dan un interés fijo conseguido del diferencial con el que son prestados, pero la Afore cobra una comisión por administrar el ahorro. Ese pago es forzoso pues no se puede libremente decidir inscribirse en una Afore o ahorrar por cuenta propia; de modo que la elección que puede hacerse es solo entre las Afores existentes. Si pudiera ahorrar libremente invirtiendo, por ejemplo, en CETES, esta inversión no pagaría comisión y tendría un rendimiento determinado.

La Afore es un intermediario que encarece el “servicio” pues a su vez recurre a una Sociedad de Inversión que se juega parte del dinero en la Bolsa y no le asegura un rédito al trabajador cuya “cuenta individual” es aparente, pues su ahorro va a dar a un fondo para invertirse en distintos instrumentos que incluso pueden perder valor —les dicen “minusvalías”— lo cual en rigor constituye un despojo al trabajador pues desaparece su ahorro.

En el sistema de las Afores lo único seguro es el cobro de la comisión. Esta se descuenta del fondo del trabajador cualquiera que haya sido el resultado de las inversiones, aun cuando haya pérdidas. Lo justo sería, suponiendo que sea justo cobrar por jinetear el dinero ajeno, que la comisión dependiera de los rendimientos obtenidos, de modo que fuese proporcional al buen resultado de las inversiones.

El sistema, además, genera una grave injusticia contra el trabajador. En el simulador de pensiones que ofrece IMSS realicé un ejercicio hipotético de una persona que después de haber cotizado 1300 semanas y tener un último sueldo mensual de 18,600 pesos, recibiría una pensión de 9,077 pesos. Adicionalmente se obliga al trabajador, al retirarse, a optar por un Seguro de Renta Vitalicia que implica entregar todo el dinero ahorrado a una aseguradora, la cual le dará una pensión vitalicia muy inferior a la que resulta en el simulador. La otra opción es que la propia Afore siga manejando el dinero hasta que este se agote y si la vida del pensionado se extiende, quedará sin pensión salvo el mínimo que le garantiza el Estado. En ambos casos, si quiere que la pensión pase a sus deudos tiene que comprar un seguro de vida.

El colmo es invitar al trabajador a echar ahorro voluntario a ese costal sobre el cual ¡también le cobran comisión! Las Afores ganaron en 2023 por las comisiones 26,531 millones de pesos, todos extraídos de lo que los trabajadores han ahorrado. Así que cabría preguntarse: en este sistema ¿quién le roba a quién?

Investigador de El Colegio de Veracruz y Magistrado en Retiro.

@DEduardoAndrade

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